Por una lista antiburocrática en el Soip
El acuerdo firmado entre el Soip y la Caipa de la patronal, 20% en abril y 5% de adicional en septiembre, ya está comido por la inflación y superado por el movimiento obrero.
La fuerza de los trabajadores del pescado, particularmente de la rama fresco, que a través del cuerpo de delegados y de las propias bases del gremio lograron imponer un paro exitoso y dos grandes movilizaciones, fue dilapidada por este acuerdo.
En la negociación, la burocracia de los Verón-Salas-Ledesma se vio desbordada.
Cundió entre ellos el temor a la beligerancia de los trabajadores y también la necesidad de posar como combativos ante la inminencia de las elecciones del gremio, en principio para julio.
Debieron plantarse en el 20% entero, cuando la patronal proponía el escalonamiento: 10% abril, 5% junio y 5% agosto, como ya se había impuesto sin lucha en la conserva.
Sin embargo, se las ingeniaron para conformar a las patronales, con el adicional llevado a septiembre, con la pretensión de garantizar la paz social estirándola hasta fin de año.
El Soip está dividido en dos alas que cerraron filas para firmar a la baja.
Los Salas-Verón (Moyano) y los de Cristina Ledesma, alineada con otro sector del kirchnerismo, tienen que hacer todo tipo de maniobras para evitar lo que temen como a la peste: un conflicto general que unifique a los trabajadores que siguen teniendo infinidad de reivindicaciones pendientes y salen a conflictos planta por planta.
De lo que se cuidan ambas fracciones es de unificar los reclamos: blanqueo, lucha contra los despidos y de convocar a asamblea general del gremio para discutir la reapertura de las paritarias, como se pedía en el paro, hacia mitad de año (agosto).
Hay dos oportunidades
La transformación del puerto de Mar del Plata en el principal puerto de descarga al que llegan siete de cada diez pescados produce un vuelco en la concentración de la industria.
Las empresas que cerraron en la Patagonia mantienen su funcionamiento en Mar del Plata.
Esto, sumado a las ganas de luchar por parte de los trabajadores, acuciados por un salario atado a la productividad y comido por la inflación, con un garantizado de 1.250 pesos, crean la oportunidad de abrir un debate en las fábricas para reclamar la reapertura de paritarias. Incluso hay que aprovechar que se ha ampliado el cuerpo de delegados al pasar muchas de la coopetruchas a ser pymes.
Se plantea llevar lo conquistado por la alimentación, es decir el 35%, a la discusión en el gremio, junto con el ajuste automático por inflación y la elección y mandato de paritarios en asamblea.
La otra oportunidad es la elección en el Soip.
Que la burocracia se presente dividida (no hay que descartar que las termine uniendo el espanto), más el surgimiento de delegados y obreros dispuestos a luchar, permite plantear la formación de una lista unificada en la perspectiva de recuperar el Soip para los trabajadores.
Es necesario sacar todas las conclusiones de las elecciones de 2006. La clasista Lista Bordó-Marrón, seguidora de la tradición del Soip del Argentinazo, "perdió" por doce votos en medio de un fraude escandaloso. Esto pudo ser por la presentación de una lista de un sector piquetero marplatense que dividió el voto antiburocrático. Al mismo tiempo, la CTA ha montado un sello paralelo sin inserción en las filas del Soip, confinado a luchar por subsidios a los desocupados de la actividad.
En 2010, todos los luchadores tienen que estar en una lista única, de oposición, combativa, independiente de las patronales y del gobierno.